Por mi calle sin peces
baja un río de asfalto.
El alacrán anida
en la inmóvil ribera
de ladrillos y fango.
Pero yo quiero el agua
que se bebe sin vaso
y desborda las fuentes,
y la sed que se vence
acercando unos labios.
Yo quiero que mi casa
tenga cola de gato
y que por las ventanas
estalle la sonora
rebelión de los pianos.
Quiero un alto terrado,
siempre a vista de pájaro,
para ver cuando llegues
a mostrarme el paisaje
de tu pecho temprano.
Quiero estarte desnudo
con el sexo inundado
por la voz del deseo,
y que en mí desemboques
hasta verme ahogado.
Y subir a la grupa
noble de tu caballo.
Serán todo avenidas
para ir cabalgando
de la cama a los prados.
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