Palomas de mi vida:
con tres plumas escribo
vuestro vuelo en mis ojos
y en mis escalofríos.
La primera quería de mayor
llegar a ser un símbolo
y se vistió de paz,
de blanca paz en vano.
Un cristal demasiado pulcro
cerró su pretensión
de asomarse a la rama
de un olivo.
Otra conocí que llevaba
en el pico su desafío
y en la cola premoniciones.
Aprendió en el terrado
un infalible método
de dardo y de diana
apuntando contra las sábanas.
Pudo más la altivez del gato,
mi ángel negro que salva
el tendedero.
La tercera quizá no fue paloma.
Me convirtió en un hombre
bastante parecido a bueno.
Pero jamás de noche,
donde el manso guerrea
mal y a destiempo el día.
Sobre un colchón de plumas,
en sueños me repite:
También
tiene valor
tu miedo.
¡Bienaventurado!
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